Todos tenemos algún lugar al que no queremos regresar, un
lugar en el que fuimos felices o infelices o donde fuimos un poco de ambos.
Y nos aseguramos que dicho lugar no aparezca en nuestra ruta. Pero la verdad es que ansiamos regresar a ese espacio y a veces, lo que es peor aún, necesitamos regresar al mismo. ¿Por qué?
Por distintos motivos, tejidos en nuestra historia personal, elaborados a golpes o caricias del camino.