Definitivamente
no era un gato cualquiera, éste tenía una gatuna autoestima elevada exponencialmente por encima de
sus siete vidas.
La
casa era muy grande (tan grande que tenía viñedos, piscina, campo de tenis y hasta un cerro). Por ello podían tener una gran cantidad de mascotas,
pude contar una docena de perros, algunas tortugas, incontables loros y una
decena de gatos. Sin embargo, entre
todos ellos destaca el minino blanco, era pues el non plus ultra de la sociedad
felina, El Gato de la casa.
Por
su apariencia me recordaba al gato angora de Blofeld (el archienemigo de James
Bond) o al quisquilloso Pelusa de Stuart Little. Era blanco, subido de peso,
con abundante pelaje, largos bigotes, una enorme cola que siempre la meneaba
parada y una cara de apestarle casi todo lo que le rodeaba. Dejaba en claro que él era distinto, entre otras cosas, porque no solía
juntarse con el resto de habitantes caninos, felinos o plumíferos de la casa, eso no.
Su
rutina se encontraba estrictamente establecida y no incluía variaciones de agenda. Casi
todo el día permanecía durmiendo sobre su almohadón ubicado en la terraza de la
casa. Solo interrumpía esa principal actividad para comer o trasladarse junto a
las macetas de la terraza a fin de tener un ambiente más cálido, jamás lo vi
perseguir a un ratón.
Para
la hora de la comida, que en esa casa se servía con exquisita puntualidad, las
mascotas eran atendidas después de concluido el servicio y en ambientes distintos pues no había algún Fray Escoba que pudiera detener la naturaleza de tanto cuadrúpedo transitando
cerca unos a otros. Y era de verse que para
este momento, nuestro bigotudo personaje no se dignaba bajar a comer junto a sus
camaradas, esperaba que estos se fueran y recién allí, con toda la tranquilidad del mundo merendaba hasta
la saciedad.
Una
de las últimas noches, casi a mitad de la cena y a través de las grandes ventanas, nos percatamos que los gatos se
encontraban merodeando el comedor desde el patio, suponíamos que no se les había dado de comer y por ello estaban
inquietos. De pronto comenzaron a aullar de manera alternada como si quisieran
manifestar su incomodidad, un verdadero concierto de maullidos, notas y
contrapuntos, en uniformidad, con segundas y
hasta terceras voces, pero un jocoso y animado coro, a esta altura la aburrida cena se había convertido
en un festín de risas.
Pero,
ni aún ante la hambruna desatada, el minino blanco se encontraba entre los afectados por la inanición y participando
de la manifestación popular-reivindicadora-musical. Hasta que un grito nos hizo
levantarnos de nuestros asientos y dirigirnos a la cocina. La escena no podría haber
sido más pintoresca, pues el gato que faltaba (adivinen quien), fiel a su personalidad, aprovechó la salida de la encargada de la cocina
para saltar sobre las ollas y después de tumbadas las tapas de las ollas estaba procediendo a servirse a gusto y augustamente lo que le viniera en gana. De pronto uno de los
dueños de casa cogió un periódico y se acercó decidido a enseñar buenos modales
al majadero asestándole un golpe en la cabeza (Jossep yo se que amas a los animales pero créeme que era necesario sancionar al infractor). Ante ello, nuestro amigo lamedor de mostachos, pronunciando en protesta un enérgico ¡miau! ante la indolencia de su dueño, salto en medio de los presentes y raudamente se dirigió al interior de la casa mientras
ayudábamos a ordenar las cosas. Sin embargo ingrata fue nuestra sorpresa al
retornar al comedor que los cantores bigotones habían logrado entrar al ambiente
y encabezados por el felino blanco terminaban con nuestra cena, en medio de platos y cubiertos, pisando ensaladas , panes y frutas, sin dejar cada miembro del coro de seguir cantando imperturbablemente en miau.... menor.
A propósito de esta historia (se me vino a la cabeza después de haber leído sobre Calixto, el gato de Malquerida, pero que en realidad no es su gato) recordé que en la ópera existe una pieza musical siu generis inspirada en el maullido de los felinos. La compuso nada menos que Giovacchini Antonio Rossini (un compositor de difícil interpretación, en la que destaca Juan Diego Florez de manera extraordinaria). Se trata del conocido Duetto Buffo di due Gatti (Dueto humorístico para gatos), inspirado dicen las malas lenguas en la burla que quería hacer el maestro Rossini de las sopranos que olvidaban al momento de cantar las letras de sus canciones. Por eso me animo a presentarles tres versiones de esta alegre composición, como para amenizar el finde (los que no suelen escuchar ópera no se angustien pues la composición es una obra muy corta, Gary no te duermas please) espero lo disfruten como yo.
La primera es interpretada por la soprano Sachika Ito y el tenor Luciano Motto, es la versión más humorística de todas.
Despues tenemos la que más me gusta (por la magnífica interpretación y lo inmaculado de las voces), esta versión es la del Coro de Niños Chez Pascal Sevran.
En la última intervienen mi soprano favorita, la extraordinaria Monserrat Caballé y la no menos famosa Concha Velazco.
A propósito de esta historia (se me vino a la cabeza después de haber leído sobre Calixto, el gato de Malquerida, pero que en realidad no es su gato) recordé que en la ópera existe una pieza musical siu generis inspirada en el maullido de los felinos. La compuso nada menos que Giovacchini Antonio Rossini (un compositor de difícil interpretación, en la que destaca Juan Diego Florez de manera extraordinaria). Se trata del conocido Duetto Buffo di due Gatti (Dueto humorístico para gatos), inspirado dicen las malas lenguas en la burla que quería hacer el maestro Rossini de las sopranos que olvidaban al momento de cantar las letras de sus canciones. Por eso me animo a presentarles tres versiones de esta alegre composición, como para amenizar el finde (los que no suelen escuchar ópera no se angustien pues la composición es una obra muy corta, Gary no te duermas please) espero lo disfruten como yo.
La primera es interpretada por la soprano Sachika Ito y el tenor Luciano Motto, es la versión más humorística de todas.
Despues tenemos la que más me gusta (por la magnífica interpretación y lo inmaculado de las voces), esta versión es la del Coro de Niños Chez Pascal Sevran.
En la última intervienen mi soprano favorita, la extraordinaria Monserrat Caballé y la no menos famosa Concha Velazco.
Como he disfrutado tu post en la tarde de domingo, gracias.
ResponderEliminarUn abrazo
Que bien que te haya gustado Vero, gracias por venir por aqui. Que tangas una bonita semana.
EliminarMe caen más simpáticos los perros.
ResponderEliminarMe parecen más nobles.
Los gatos es como si tuvieran un diablo dentro.
Comparto tu opininón de que los perros parecen mas fieles y sinceros, no es por hablar mal de los gatos pero me parecen medios hipocretones. Saludos Toro.
EliminarNo lo disfrutaría, no sé, muy meloso.
ResponderEliminarJajaja pero si son solo maullidos de gato y no de gata Maxwell. Saludos.
EliminarQué simpática esa composición de Rossini, muy original sí que sí.
ResponderEliminarTu anécdota es curiosa xD Aquí a las justas tenemos un perro. Prefiero los animales chicos, como los hámsters.
Saludos!
A mi tambien me parece extravagante, pero bonita. Sin embargo existe otras piezas operisticas donde los protagonistas son los animales, como El Gato con Botas y la Zorra Astuta, pero esta de Rossini el sonido onomatopeyico es el protagonista.
EliminarNuna he tenido un gatito, creo que por eso, no sé mucho de ellos, pero de lindos y melosos lo tienen todo. Saludos
ResponderEliminarExacto, para melosos, los mininos son únicos.
Eliminarlos gatos son maravillosos!!!
ResponderEliminarson mucho más suspicaces que los perros
más independientes, más intuitivos
pero sobre todo nuca pierden su lado salvaje
buena semana
Pues tambien tienen virtudes y defectos.
EliminarYa me estaba imaginando a ese super gato gatuno, ja ja ja. Saludos.
ResponderEliminarLobezna imagínetelo y súbele aún de peso, era regordo jajaja :)
EliminarYo amo a mi gato que no es mi gato pero si, me gusta como son aunque tengan el diablo dentro como dice Toro jaja.
ResponderEliminarbeso gracias por la mención.
Saludos especiales para el Calixto.
EliminarUn post muy gatuno!! La primera versión musical está genial, pero sin duda me rindo ante Montserrat Caballé y Concha Velasco, las dos tienen una bis cómica muy acentuada, sí, está claro que Concha es más conocida por la gran cantidad de comedias que ha interpretado, pero Montserrat tiene un sentido del humor muy suyo, que le sale siempre en algunas entrevistas que le han hecho.
ResponderEliminarPara despedirme no te envío un saludo ni un abrazo.
Te envío un "¡¡marramiau!!" :)
Jajajaja me hiciste reir mucho Ximo, gracias por venir por aqui y tienes muchas razón la dupla del vídeo la soprano y la actriz esta muy bien compuesta. Saludos.
EliminarWow, tremenda historia la de los gatos. Yo adoro a los gatos, Aristio, y he compartido parte de mi vida con ellos, aunque reconozco que son animales a medio domesticar. Todavía tienen ese impulso salvaje muy difícil de controlar, y cuando menos te lo esperas te salen con actitudes muy humanas. Imprevisibles. Son muy suyos, y ese gato blanco del que hablas era todo un personaje, jeje. Bueno, y esa pieza de Rossini es todo un descubrimiento para mí, es bien graciosa. Aunque las notas iniciales tienen como un aire fúnebre (o a mí me lo parece), y nada hace pensar lo que viene después, jeje. Las tres versiones me gustan, cada una en su estilo. La de los niños suena divina, pero yo personalmente no trago los coros infantiles, Aristio, me parecen como muy soberbios los pequeños. Cosas mías..., jeje. Un abrazote, Aristio.
ResponderEliminarSi, este minino blanco era un todo un personaje, pero tiene otras historias eh, espero poder sentarme a escribirlas. Me imagino que has tenido varios gatos y por eso me comentas con conocimiento de causa, yo solo he tenido perros, que por lo demas han sido verdaderos mienbros de la familia, pero a mis padres no les gustan muchos los gatos, pero estoy seguro que este si les hubiera gustado. ¿Que no te gustan los coros infantiles? jejejeje pero se les ve bien educados y para nada bullangeros jajaja. Gracias por comentar Robert, un abrazo también.
EliminarY todavía queda gente que piensa que los gatos son simples animales...
ResponderEliminarSaludos
J.
Parece que siempre nos dan sorpresas, por encima de cualquier otra mascota. Saludos J.
EliminarMaría de Lima:
ResponderEliminarBonita historia y muy bien narrada, gracias por poner esa muestra de ópera tan entrentenida, muchos pensabamos que era música aburrida pero veo que no.
Gracias a ti por venir Maria, me gusta que te haya gustado la historia. Saludos.
EliminarMe encantan los gatos, los salvajes mucho más. Una de las razones es porque son muy parecidos a nosotros.
ResponderEliminarYo creo que algo hay de cierto en lo que afirmas, tienen a veces actitudes muy humanas, pero de las negativas tal vez. Gracias por venir y comentar,
EliminarJajaja, oye pero me perdí al final, creaste la historia o sucedió realmente? Si fue que sí, qué lindo el gatito blanco! Y a quién se le ocurre pasar por alto la cena de los mininos pues u.u Culpa del dueño, no de los gatitos!
ResponderEliminarBesito :)
Hola Mina, la historia sucedio, aqui si se puede decir: vi un lindo gatito jajaja. Pienso lo mismo que tú, que los responsables son los dueños de los animales por olvidarse de atenderlos.
EliminarMe caen muy simpáticos los gatos, me gustó la historia, Un beso.
ResponderEliminarY la música es muy bonita.
Que bueno que te haya gustado, y que bien que te gusten los mininos. Saludos Amapola Azul.
EliminarSi, si, muy buena la historia de los gatos. Los gatos siempre han sido muy traicioneros y muy independientes, no les gusta que les marquen las pautas y tienen esa bonita costumbre de subirse a lo que haga falta y apropiarse de la comida. Sin embargo, yo he aprendido en casa de unos amigos hace unos meses que a los gatos también se les puede educar para que no hagan esas cosas... ver para creer.
ResponderEliminarBicos Ricos
Entonces se puede educar a los mininos, todavia los dueños de toda esa tropa tienen esperanza jajajaja. Gracias por venir.
EliminarYa lo había leído! :D Pero entonces no tenía a Gaturrita :)
ResponderEliminarMi gatita es mi bebé, nos comunicamos y entendemos bien. La cuidé como a mis hijas cuando llegó a casa chiquitita y ahora que está más grandita es más independiente, pero muy mimosa. Yo la amo, antes de daban un poco de miedito, pero ahora que tengo una, estoy feliz :)