Después
de mucho tiempo volví a ingresar en tu habitación. Todavía no me acostumbro a
que el único que hable en ella sea el silencio.
La
encontré gélida a pesar del calor reinante. Fue como regresar a esa tarde de verano vísperas de
navidad en la cual te visité en el
hospital y pensé que habías fugado de mi memoria: no te reconocí
entre tantos circunspectos aparatos
médicos, te habían arrebatado tu semblante de niño bueno, solo se esbozaba una proyección del crucifijo que como único
ajuar de valor vestía con algo de esperanza tu cuarto de cuidados intensivos. Sin
duda había visto al Caballero de la Triste Figura, que tanto me impresionó al
leer a Cervantes.
Y
me demostraste una vez que el hombre no es nada “apenas inferior a un
dios…”. Es contradictorio que habiendo sobrevivido a dos aluviones y un
terremoto, a la muerte temprana de tu esposa
y a la soledad, un minúsculo
organismo te mantuviera prisionero y dependiente de los otros por varios meses.
¿A dónde se fue tanta intelectualidad?, ¿Dónde están los premios y
reconocimientos?, ¿Las metas logradas sanaron tu enfermedad?.
Te
diré lo que quedo. Tus acciones que fueron recordadas en los discursos de tu
funeral.
La
gente muere y hay algunos que ya en vida están muertos. Las personas como
tú, siguen viva. En cada niño o niña que
desde hace más de treinticuatro años se cobija en la escuela que ayudaste a
reconstruir, en casa persona que se acercó a ti y nunca salió defraudada,
porque siempre fuiste a pelear contra
situaciones concebidas desde la injusticia y porque siempre fuiste hombre para los demás
hombres.
Los
meses que duró tu agonía no pude observar la quijotización de Sancho ni la
sanchificación de Quijote, lo que
observé fue la constante aceptación de
aquello en lo cual no cabe la pregunta ¿Por qué? Y la última batalla de alguien
que quería terminar las cosas que aún consideraba pendientes, pero al que sorprendió la muerte
de la forma más desnuda posible. Dicen
que uno muere como vivió, y ella te abrazó en la madrugada de un
viernes, al rayar el alba; pero en tu casa, como querías. Te besó en la mejilla y en el lomo del sueño tibio,
sin dolor ni desesperanza, con especial delicadeza femenina, te pidió que la
acompañaras.
Por
eso tus exequias fueron común-unión de diversas gentes, creyentes y no
creyentes, de derechas y de izquierdas, gente de arriba y gente de abajo, pero
todos agradecidos con tu vida. Quisiera resumirla, por eso recurro al poeta,
sí, porque a veces el poeta habla mientras yo a veces callo.
LETANÍA
DE NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE
(Rubén
Darío)
Rey
de los hidalgos, señor de los tristes,
que
de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado
de áureo yelmo de ilusión;
que
nadie ha podido vencer todavía,
por
la adarga al brazo, toda fantasía,
y
la lanza en ristre, toda corazón…
¡Caballero
errante de los caballeros,
varón
de varones, príncipe de fieros,
par
entre los pares, maestro, salud!
¡Salud,
porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre
los aplausos o entre los desdenes,
y
entre las coronas y los parabienes
y
las tonterías de la multitud!
¡Tú,
para quien pocas fueron las victorias
antiguas
y para quien clásicas glorias
serían
apenas de ley y razón,
soportas
elogios, memorias, discursos,
resistes
certámenes, tarjetas, concursos,
y,
teniendo a Orfeo, tienes a orfeón!…
Ruega
generoso, piadoso, orgulloso;
ruega
casto, puro, celeste, animoso;
por
nos intercede, suplica por nos,
pues
casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin
alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin
piel y sin alas, sin Sancho y sin Dios.
De
tantas tristezas, de dolores tantos
de
los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos,
recetas que firma un doctor,
de
las epidemias, de horribles blasfemias
de
las Academias,
¡líbranos,
Señor!
De
rudos malsines,
falsos
paladines,
y
espíritus finos y blandos y ruines,
del
hampa que sacia
su
canallocracia
con
burlar la gloria, la vida, el honor,
del
puñal con gracia,
¡líbranos,
Señor!...
¡Ora
por nosotros, señor de los tristes
que
de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado
de áureo yelmo de ilusión!
¡que
nadie ha podido vencer todavía,
por
la adarga al brazo, toda fantasía,
y
la lanza en ristre, toda corazón!
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PS:
Este post debió ser la segunda entrada de este blog, los que leyeron
desde el inicio el blog ahora entenderán
parte del significado de la primera entrada, espero seguir contándoles mis
motivos de ese primera entrada.
Me ha movido muchísimo tu post de hoy!
ResponderEliminarHermoso, real y muy profundo!
Te mando un super abrazo y un beso!
La vida sigue!
Sí Marite, la vida sigue, aunque la muerte sea una parte de ella.
EliminarCabalga Quijote, cabalga.
ResponderEliminarGracias Malque.
EliminarQue entrada más sentida y bonita, hablas con muchísimo cariño de ese ser querido tuyo. :)
ResponderEliminarSí, fue uno de los motivos por los cuales comencé a escribir el blog.
EliminarMuy hermoso, un precioso homenaje a la muerte de un ser querido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por venir salva, vuelve siempre.
EliminarCaray iba a escribir cosas que no venían al caso, observaciones mias que quizás algún dia te diga, pero prefiero resumir en esto! Mientras uno viva en el recuerdo de los demás, no esta del todo muerto!
ResponderEliminarQue bueno que intentes ubicarte, gracias Gary.
EliminarImpresionante, bellísima dedicatoria para ese Quijote, que Dios lo guarde. Creo que el vacío que dejan las personas amadas es imposible de llenar, como una pieza de un rompecabezas que nunca puede ocupar el sitio de otra. Pero se acaba superando, ese sentimiento de tristeza termina por desaparecer, toda muerte es un renacer, y ese oscuro vacío puede convertirse en una estrella que alumbre nuestros días. Es cuestión de tiempo. Leí también la primera entrada, y ahora la comprendo mejor. Un fuerte abrazo, Aristio.
ResponderEliminarSi, para los creyentes la muerte es solo una etapa estimado Robert, gracias por tus palabras que me animan. Un abrazo.
EliminarVaya pues, sí, somos nuestras acciones y por ellas nos recordarán. Recuerdo que leí El Quijote en el colegio y me hizo reír bastante. Sin embargo, al final, una pena me embargó al imaginarme a ese viejito recostado sobre su cama despertando de lo que nunca fue. Ya pasó tiempo desde que sucedió, así que confío y puedo asegurar de que te encuentras con un buen semblante :) Un abasho!
ResponderEliminarMu lo que entristece al final del Quijote es justamente eso, que el Quijote despierta a su ultima realidad....
EliminarAdelante Quijote...
ResponderEliminarMuy bien escrito.
saludos
carlos
Gracias por venir, yo tambien ya te estoy leyendo. Saludos.
EliminarMe gusta mucho este post porque la vida es un compendio de muchos momentos y cosas ,el toque de melancolía está latente.
ResponderEliminarPerduramos en la medida en que dejamos razones para que nos recuerden y conserven el afecto actual más allá de lo corporeo y material....
Exacto Athenea, eso es un concepto de la vida. Bienvenida y vuelve siempre. Un Abrazo.
EliminarLa gente extraordinaria se va, dejan mucho acá. Debemos tenerlos en la memoria
ResponderEliminarTodos nos iremos, pero como dices hay gente que deja mucho por aqui. Saludos.
EliminarMaría de Lima:
ResponderEliminarTe mando un abrazo super fuerte :)
Gracias !!!!!!!!!!!!!
EliminarLas pérdidas son terribles siempre, pese a que es lo único que sabemos con certeza que tarde o temprano tendremos, y es que como decía un epitafio por ahí "también nos condena a muerte Dios cuándo nos da la vida".
ResponderEliminarBicos ricos
Exacto Pimpf, eso es verdad.
EliminarAdoro a los Quijotes.
ResponderEliminarNo están podridos como los demás.
Bonito homenaje.
Deberíamos tener mas Quijotes, necesariamente.
EliminarVaya admiración, cariño, amor y respeto hacia esa persona. Conmovedor.
ResponderEliminarUn abrazo aristio.
Un abrazo para ti tambien Rafa.
EliminarEs cierto. Hay tanta gente muerta en vida y tantos como él, tu papá?, que vivirán siempre en el corazón de mucha gente y en los maravillosos recuerdos y ejemplo que le dejó a sus hijos. Ojalá mis hijas me recuerden así algún día :)
ResponderEliminarUn besote!!!
Mina felicidades, acabas de realizar el comentario número 1000, por ello tendras un año de buena suerte.
EliminarFué mi tío, un buen hombre, uno excelente diría.
Yo creo que tus hijas tendran muchos motivos para recordarte de manera especial Mina. besos.