. ¿La muerte tiene aroma?
. Sí, como también textura, sabor,
sonido y color.
Inicios
de la mañana, el frío me invita a
acomodarme con los brazos cruzados en el cálido sillón, mientras espero los resultados de la necropsia e intercambio
ideas con el enfermero, que me persuade de hablar sobre la muerte
y mi muerte, entonces recordé los
viernes
cuyo aroma tuve enfrente.
Algún viernes a inicios de los noventa, mi padre me cargaba dentro del vehículo, mientras éste ingresaba a un alegre bosquecillo, cuyo verdor competía en intensidad con el azul del cielo. El resto de pasajeros conversaban animados y acompasados por el alegre huaynito que sonaba, mientras la sencilla felicidad que llevaba se detenía en pensar que juegos con mis primos compartiría en casa. De pronto el eco de las risas desapareció, las conversaciones se transformaron en inteligibles murmuraciones y el terror desdibujó los rostros… fue la primera vez que el olor a carne podrida y cocida al sol me detenía, nacido de trozos de carne ofrendados y unidos a la corteza de los árboles, testigos estos que a gritos proclamaban la fugacidad de la vida y que días antes en unidad hilvanada formaban alguna autoridad. Era el alevoso martillo del terrorismo que golpeaba en su forma más miserable y cruenta… el país se desangraba por cortes-explosiones de vehículos-dinamita, como el del alcalde, quien junto a toda su familia, habían sido dinamitados por terroristas.
En
la universidad, los viernes del décimo ciclo no dejaban indiferente a nadie, era
el día de todas las logías (patología,
tanatología, sicología, sexología y un
largo etcétera). Ese viernes la clase práctica se desarrollaría en el
cementerio, previa advertencia de llevar una eficiente mascarilla la asistencia
en esa ocasión no era obligatoria, a nadie se le podría obligar a ver lo que
nos tocó ver y sobre todo llevarse el recuerdo que nos llevamos. Era muy temprano, los convencidos por la
concupiscencia intelectual llegamos junto al profesor y advertimos que todo en el lugar se encontraba dispuesto,
rodeando a quien desde hace tres meses yacía allí. Todos con diferentes actitudes; los familiares
lloraban, los policías con deseos de irse lo más pronto posible, los
panteoneros con indiferencia y el
personal médico imperturbable. Con una orden se dio inicio a esa extraña liturgia tanatológica, cual canto llano, a
una solo nota, los panteoneros retiraron la inmaculada y pesada lápida; donde pude
distinguir un distinguido nombre. Luego con increíble habilidad y agilidad extrajeron la tierra que nos separaba a nosotros del objeto de estudio
(para nosotros) y a medida que avanzaban
un penetrante y extraño olor se
acrecentaba. Por fin el ataúd estaba afuera, se escuchó algún sollozo y junto a éste el ruido de los clavos retirados de
la madera para luego mostrarse su
contenido. Aquello parecía una orgía de
extrañas criaturas, algunas alargadas y otras redondas, que en banquete
desordenado danzaban, comían y bebían a gusto. Por cualquier lugar que se
cortara y abriera ellos salían. El
rostro desfigurado por ampollas parecía explotar, mientras el más extraño, fuerte y desagradable olor hacía cubrir a
todos sus narices y causar devoluciones a una estudiante. Tomadas las muestras y retornados a sus
lugares los vivos y muertos, nos dimos cuenta que nos llevábamos algo del
encuentro, como una especie de resaca que no nos dejaría por varios días.
Todos
los Jueves Santos, en todas las iglesias
del mundo, se levanta El Monumento; un altar
adornado generalmente de flores y
velas, donde se guarda la Eucaristía,
pues la liturgia prohíbe la celebración de misa el Viernes Santo porque quien la celebra es el mismo Cristo desde la
cruz. Visitar El Monumento en Viernes Santo es diferente a visitarlo un día antes, las
flores expuestas a las velas y luces
mucho tiempo desprenden un aroma distinto, pesado, abrumador, de no querer estar
allí, en oposición al olor de hace unas horas que recordaba un jardín granizado de dulces y exquisitos aromas. La atmósfera se torna asfixiante por el calor
emanado de los cirios que no solo van matando la vida de las plantas sino
calentando todo a su alrededor, el ambiente es casi vacío, mudo y de soledad. Pero, siempre ese día recuerdo que al viernes le sigue el
sábado y a éste el domingo, y siempre llegará ese domingo en que la semilla caía de la flor
muerta, nos sorprenderá a todos
con una explosión y un nuevo aroma de vida.
Creppy! Sorry pero como que le temo a los muertos... no a la muerte, sino a los muertos... no puedo tocar uno... me da pavor, no sé por qué.
ResponderEliminarCuidate
Ok pero no olvides que no hay muerte sin muerto Erik. Te cuidas.
ResponderEliminarRecordé una película, si no me equivoco se llama patología, llena de muertos y sangre. Yo nunca he visto un cadáver en estado de descomposición debe oler terrible!
ResponderEliminarCdt
Hola jossep, huelo como no tienes idea. Intentare ver la peli, me gusta el cine. Gracias por venir por aqui. Saludos.
EliminarTe digo que nunca he estado en un cementerio por la noche, qué se sentirá? jajaa mejor lo dejo ahi. Fue una extraña experiencia la tuya!!
ResponderEliminarMaxwell, yo sí, en un cementerio de un pueblito del Valle del Colca, pero solo fuimos a contarnos historias de miedo, en ese marco todo se pone tétrico, pero el miedo se nos fue cuando un borracho se nos acerco y nos comenzó a hablar estupideces jajaja.
EliminarHola:
ResponderEliminarGracias por comentar en el blog. La muerte tiene olor...a veces de miedo...a veces de esperanza.
Saludos
Doctor, gracias por venir. Exacto la muerte tiene distintos tipos de aroma, de fin o de comienzo también, me imagino que tú lo sabes mejor que nosotros. Bienvenido.
EliminarComo dice el gran Sabina, "la muerte es solo la suerte con una letra cambiada" tétrico tu relato, espero no soñar con muertos.
ResponderEliminarSaludos
Dicen que la música trova es para inteligentes y no le podría añadir nada a lo dicho por Sabina. Oh, espero (despues de leer tu relato de Calixto) que te estes entreteniendo con el felino y ya no sueños con muertos. Gracias por venir.
EliminarUna vez acompañé a mi hermano a la morgue y vi una pierna y un brazo pero no estaban fresquito jajaja dicen que el olor es nauseabundo así que no está en mis planes tales pesquisas. Sobre la muerte, es lo más natural de la vida, incluso son aveces los nacimientos los que pueden ir en contra de lo natural. Abasho!
ResponderEliminarBueno los cadáveres de la morgue son un desastre, a parte de estar descuartizados, muchos ya no tiene órganos (bueno tampoco los necesitan) me imagino que en algun momento por tu profesion podrias trabajar con ellos.. que te parece. Saludos.
EliminarCreo que los muertos a pesar que no hablen, siempre nos dicen mucho.
ResponderEliminarMaría de Lima.
Sí, nos dicen muchas verdades y entre ellas la verdad más segura que tenemos, que en algún momento nos iremos. Gracias por venir.
EliminarTremendas historias, sobre todo la del cadáver desenterrado, realmente terrorífico. Yo creo que espantan más olor y la descomposición que la muerte misma como hecho natural. Pienso también que la evolución nos ha hecho desarrollar este "espanto" instintivo para que huyamos de posibles infecciones y contaminaciones, y como parte del instinto de conservación de la vida. Recuerdo que siendo niño un día acompañaba a mi padre mientras intentaba limpiar una cueva que encontró casualmente en un terreno suyo, y de repente aparecieron restos humanos. Era un enterramiento de aborígenes, y debía llevar allí varios siglos. Fue la primera vez que vi una calavera, pero no recuerdo ningún susto ni sensación traumática. Pienso que debía ser porque todo olía a tierra, a raíces y hierba seca. Quizás sea ese el olor de la paz eterna, y por eso ya no espanta. Interesante tema, da mucho que pensar. Un abrazo, Aristio.
ResponderEliminarHola Roberto. Pues como escribí arriba, el olor que sentí en la exhumación fue terrible y se quedo impregnado en la ropa (obviamente la lavé después de ello pero creo lo sentía por varios días). A las calaveras si no les tengo miedo pues en el laboratorio del colegio desde primaria me sentaba junto al esquelete humano que había inclusive le puse nombre jajaja. Gracias por venir y comentar. Saludos.
EliminarViernes que te quiero viernes, yo debí nacer un viernas santo, pero nací un miércoles, pues mi madre quería asegurarse hubiera doctores para la cesarea y ningún imprevisto.
ResponderEliminarMe gustan los viernes
Hola Alvaro, pero a todos nos gusta el viernes, solo recordaba ese viernes que fui a la morgue que han sido coincidentemente viernes los que he tenido las experiencias descritas. No se porque tu comentario me recordó a cierto poema de Cesar Vallejo.... Gracias por venir.
ResponderEliminarQué mieduuuu! No había leído esta entrada, muy buena!
ResponderEliminarEscribe muy bien sabes?
Un beso!
Hola Marité, pues en realidad esta entrada no la redacte pensando en asustar sino en recordar las expetiencias que he tenido con sentir el olor a muerte. Muchas gracias y te cuidas.
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