Todos tenemos algún lugar al que no queremos regresar, un
lugar en el que fuimos felices o infelices o donde fuimos un poco de ambos.
Y nos aseguramos que dicho lugar no aparezca en nuestra ruta. Pero la verdad es que ansiamos regresar a ese espacio y a veces, lo que es peor aún, necesitamos regresar al mismo. ¿Por qué?
Por distintos motivos, tejidos en nuestra historia personal, elaborados a golpes o caricias del camino.
Es que los lugares nos hablan gritando y es imposible no
escuchar su voz engarzada al recordar... ya lo dije antes creo, re (de nuevo)
y cordis (corazón) o sea traer de nuevo
el corazón o pasar de nuevo por el corazón.
El mar no me gusta, desde el primer día del año dos mil ocho
(Si mal no recuerdo para los judíos el mar es símbolo del mal y creo como Fausto,
sí ese personaje universal de Goethe, que es una pena que tanta energía se
desperdicie). Ese fue el última día que el mar me pareció gracioso,
adormecedor, cadencioso. Sentado frente
a las rocas, observando la salida del sol, olvidaba que la gente a mi alrededor
celebraba en estado etílico el inicio de un nuevo camino del
planeta alrededor del sol. Yo, la noche anterior lo había echado todo a la
mierda.
Desde ese momento, nunca regresé a la playa, tampoco sentía la necesidad de hacerlo.
Por eso cuando me propusieron ir unos días a cierta ciudad
costera del norte (en Lima ni me asomo al litoral) me resulto inevitable no
pensar en mi reencuentro con el mar.
Y se portó bien, la playa no estuvo anegada de gente, el sol
brillaba sin agredir, los niños estaban controlados por sus padres y las
mascotas cogidas por sus dueños. El color del agua como lo recordaba, en una
escala de verde. Las aves se alistaban para pescar su alimento y hacer competencia
a los pescadores. Las parejas de enamorados se juraban amor eterno y los salvavidas
circulaban en sus espantosos vehículos. Por allí los caracoles matizaban de
blanco el gris de la arena y ciertos cangrejos tonteaban en su ruta al agua. El
viento suave traía olor de algas vivas y el sonido del mar invitaba a
descansar.
Asumo que debemos estar contentos con las cosas que vivimos, aún no las entendamos en su real dimensión en el momento que acontecen estas, pues al volver a mirarlas bajo la lupa del tiempo adquieren otro temperamento, otro color, otra propuesta para la vida.
Asumo que debemos estar contentos con las cosas que vivimos, aún no las entendamos en su real dimensión en el momento que acontecen estas, pues al volver a mirarlas bajo la lupa del tiempo adquieren otro temperamento, otro color, otra propuesta para la vida.
No es que no me haya dejado de no gustar el mar, pero hay
algo que ya no me duele tanto, tal vez será que el tiempo lo cura todo. Sea
como sea, él no tiene la culpa y con quietud está allí esperando para, entre otras
cosas también mimar, así que no lo hare esperar.
El tiempo lo cura casi todo.
ResponderEliminarBesos.
Nadie escapa de ese doctor estimada Amapola.
EliminarPues sí, el tiempo lo cura todo, hombre. A mí, la vista del mar me resulta fascinante, en especial desde costa o acantilado, no desde playa...
ResponderEliminarQuerido H. pensé que ya te habías casado, que estabas en todos los avatares de decorar la casa y con mucho tiempo para el ahora esposo jejeje.
EliminarGracias por venir por aquí.
Hola, Ari :-). Supongo que es imposible disociar los escenarios de nuestra vida con las vivencias que hemos tenido en ellos. Aunque también es cierto que el tiempo lo cura todo. Ojalá te puedas un día reconciliar plenamente con el mar. (Al fin y al cabo, forma parte de todos nosotros, porque nuestra sangre, nuestro sudor y nuestras lágrimas no son otra cosa que agua de mar...) La canción es bellísima, no la conocía, quizás algo tristona, pero me encanta. Gracias, y un abrazote, Aristio.
ResponderEliminarPD: No te he abandonado, sólo que estoy con menos tiempo para esto, disculpa, cielín.
Pensé que habías fugado con otro blog Robert jajajaja. Espero que nos sorprendas con una nueva entrada.
EliminarEspero lo cure todo, pues en todo caso como dice el refrán "no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista".
Tienes toda la razón, es una canción bellísima. Un abrazo.
En mi caso son las islas.
ResponderEliminarPues la historia del motivo debe ser interesante. Saludos.
EliminarHola Aristos, hace tiempo que no te visito, te pido mil perdones.Para mi el mar es parte de mi vida, necesito verlo, ya es fuerte y delicado a la vez.
ResponderEliminarEl mar no tiene la culpa, somo nosotros los que echamos a perder las cosas, pero piensa que el tiempo todo lo cura, y la vida puede reservarte momentos maravillosos.
Si te dejas arrastrar por el murmullo de las olas, seguro que verás las cosas de otra manera y si además te haces acompañar de la música que nos brindas en esta entrada el resultado puede ser encantador. Prueba y verás que bien.
La canción preciosa, de esas que con los ojos cerrados te puede llevar a disfrutar de momentos placenteros.
Besos Aristos.
Puri
Si Puri, hay que dejarse llevar por la belleza de la naturaleza.
EliminarEsta vez la canción esta que gusta a casi todos/as jajaja.
Gracias por venir :)
Pero... el mar qué culpa tiene??
ResponderEliminarHaz las paces con él, tan bonito que es!
Jajaja tienes razón, gracias por venir.
EliminarEl mar es nuestra patria.
ResponderEliminarLa de todos.
Saludos.
Esta vez tengo que dar la razón a los comentarios Toribio :)
EliminarYa todo pasó -sea lo que fuere- el mar te está esperando.
ResponderEliminarUn abrazo
Un abrazo para ti también querida Mal :)
ResponderEliminarUn lugar, o varios, en muchas ocasiones.
ResponderEliminarA mi me causa aversión la playa, fíjate.
Mira que por allí tenemos sentimientos comunes jajajaja.
EliminarMe pasa también a veces cuando hay demasiada gente en mi alrededor.
Saludos.
Es mejor una zona boscosa y apartada. Siempre las he preferido.
EliminarPerfecto :)
EliminarA mí sí me gusta el mar, olerlo, verlo y sentirlo. Creo que ya son como 15 años desde la última vez que me metí por completo, ahora solo hasta las rodillas como viejita jeje pero el mar y su inmensidad me recuerda lo insignificante que puedo ser en el universo y en la naturaleza, que soy parte de un todo y aveces es mejor solo dejarse llevar. Es que aveces en vez de luchar contra el mar es mejor aprender a navegar en él. Un abashooo te extraño Aristius musculosis pequeñicus n.n
ResponderEliminarEspero me cuentes tus anécdotas candentes en Francia, jajajaja.
EliminarUn abrazo.